La sensibilidad dental es un síndrome doloroso transitorio derivado de la exposición de la dentina (parte interna del diente) a estímulos externos de origen térmico, químico o táctil.
Una sensibilidad dental no tratada puede impedir llevar a cabo una correcta higiene bucal debido al dolor durante el cepillado y en consecuencia derivar en otras patologías más graves como la caries o las enfermedades periodontales como la gingivitis y la la periodontitis.
¿Qué es la periodontitis?
La periodontitis es una inflamación e infección que afecta a los ligamentos y huesos que sirven de soporte de los dientes. La periodontitis puede acabar desarrollándose cuando la inflamación o infección de las encías (gingivitis) no se trata adecuadamente. En la enfermedad periodontal, la placa o biofilm se forma dentro de la encía y hace que se retire la inserción de fibras de tejido conectivo formando lo que se conoce como bolsas periodontales, que destruyen progresivamente el hueso.
¿Qué síntomas produce la periodontitis?
Así como la gingivitis puede no producir síntomas o ser muy leves (encía enrojecida, sangrado), en la periodontitis, las encías se pueden ir retrayendo dejando al descubierto zonas de la raíz del diente que antes no se veían. También puede, acompañarse de mal sabor de boca y halitosis. Los dientes se van separando cada vez más, pueden doler ante el frío o el calor y pueden acabar cayendo.
Por todo ello, la detección del origen de la sensibilidad dental y su tratamiento son importantes para prevenir la aparición o evolución de una patología bucal más grave. Ante una situación de sensibilidad dental, es importante no olvidar la higiene bucal. Existen cepillos específicos para minimizar el dolor durante el cepillado y productos que ayudan a evitar la hipersensibilidad dental. Asimismo, es importante no olvidas las revisiones periódicas al odontólogo e higienista dental.